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Los orígenes de la esgrima se remontan a fecha tan lejana como la aparición del hombre primitivo; se supone que la haya practicado con un palo o el hacha de piedra contra los embates de la naturaleza, para la caza o para enfrentar a sus semejantes.

Del año 1190 a.n.e se conservan bajorrelieves con signos de una competencia, por lo cual pudiera quedar establecido que la esgrima se anticipó cuatro siglos a los juegos olímpicos de la antigua Grecia.

Manejar bien la espada significaba, ser respetado y admirado por todos durante la Edad Media, muy especialmente porque la política de Estado solía discutirse frecuentemente en el campo de batalla.

Fue en Europa el lugar donde más se desarrolló la esgrima, y Francia e Italia quienes más aportaron a la superación cualitativa y cuantitativa, de ahí que sean dos de las naciones de mejores resultados en las competencias internacionales, sin descontar a Alemania, Rusia, Hungría y más recientemente la presencia asiática de Corea del Sur, Japón y China.

La aparición de la esgrima en Cuba tiene su punto de partida con el descubrimiento realizado por Cristóbal Colón.

El uso de la espada, el sable y más tarde el florete, no solo fue un deporte, sino también la vía mediante la que los criollos y españoles resolvían sus diferencias personales primero, y luego en las batallas de las guerras de independencias.

Patriotas como Carlos Manuel de Céspedes, e Ignacio Agramonte fueron hábiles en el uso de estas armas en las luchas por la libertad de Cuba, luego el machete -instrumento de trabajo- se convirtió en la más temida de todas, y en cuyo uso sobresalieron Máximo Gómez, Antonio Maceo, Guillermón Moncada y muchos que llegaron a ostentar el grado militar de general en el Ejercito Libertador.

Ramón Fonst.

En la parte competitiva, Ramón Fonst Segundo, un espigado zurdo nacido en el siglo XIX en La Habana, ha sido el más grande esgrimista del continente en todos los tiempos.

Sus hazañas se remontan a los II Juegos Olímpicos celebrados en París, Francia, donde alcanzó una medalla de oro en la espada individual, y una de plata, resultado que mejoraría con creces cuatro años más tarde en San Luis, Estados Unidos, con tres preseas áureas.

 

Jorge Agostini.

En toda la historia revolucionaria del pueblo cubano la esgrima ha aportado su cuota de héroes y mártires; Jorge Agostini, asesinado por la dictadura de Fulgencio Batista en 1955, y luego los juveniles campeones centroamericanos que regresaban de haber ganado en Venezuela y perecieron en el criminal atentado del avión de Barbados.

Luego de un impasse de varias décadas a partir de los años 80 del siglo XX, comenzaron a llegar los triunfos internacionales al más alto nivel de los atletas de la Mayor de las Antillas con decenas de preseas de todos los colores.

No obstante su edad milenaria la esgrima en Cuba sigue joven y saludable en las manos de jóvenes y niños que reviven aquellos duelos que antaño asombraban al mundo.

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